Reflexiones en la hora de la desescalada COVID-19
Queridos compañeros:
En primer lugar, deseo que os encontréis bien disfrutando de buena salud.
También quisiera expresar mi más profundo agradecimiento a todos aquellos profesionales sanitarios que han contribuido a controlar esta pandemia en el ámbito de los trasplantes y, en muchas ocasiones, bajo circunstancias desfavorables. Habéis entregado mucho más que vuestro esfuerzo profesional. Habéis aportado cariño, cercanía y calor en el cuidado de los pacientes trasplantados, lo que perdurará como un recuerdo imborrable. Pero, está llegando la hora de la desescalada de este confinamiento, y debemos meditar sobre algunos aspectos que nos conciernen en el mundo de los trasplantes.
Esta crisis sanitaria nos ha hecho reflexionar a todos. Ni éramos tan infalibles, ni teníamos garantizado el estado de bienestar y seguridad. Nuestra fragilidad se ha hecho patente. El coronavirus ha hecho tambalear las estructuras en las que se sustenta nuestra sociedad. Es muy probable que nuestra vida social, familiar y profesional no vuelvan a ser como antes. Y es muy posible, también, que cambie la forma de afrontar los nuevos y futuros retos en el campo de los trasplantes.
Esta pandemia ha representado un azote económico y sanitario a nuestros conciudadanos de dimensiones descomunales sin respetar razas, credos, condiciones sociales o ideologías. Los trasplantes no podían ser una excepción. Hemos presenciado con tristeza la pérdida en muchos hospitales de nuestros pacientes, que un buen día recibieron con alegría la noticia de la donación y que estaban llenos de vitalidad, sin olvidarme de los profesionales que nos han dejado víctimas de este virus. Una situación que nos produce impotencia y frustración. Muchos eran para nosotros parte de nuestras propias familias. Para ellos y sus familiares mi más sincero pesar.
Todos sabemos que los trasplantes representan el mejor tratamiento para aquellos enfermos con déficit funcional grave de un órgano vital. Nos preocupa enormemente el descenso en las últimos meses en el número de trasplantes realizados a lo largo de nuestro país, pero con el esfuerzo y la colaboración de todos los equipos de trasplante, las sociedades científicas y las organizaciones gubernamentales saldremos adelante con éxito. De ahí, la importancia de la estrecha cooperación nacional e internacional entre instituciones, profesionales y gobiernos, dejando al margen nuestras diferencias. Debemos compartir, inexcusablemente, nuestros conocimientos científicos y fortalecer los lazos entre profesionales de las diferentes especialidades médicas y quirúrgicas del mundo del trasplante. Nunca habíamos investigado y aprendido tan rápido de una enfermedad. La generación de conocimientos camina a una velocidad inusitada. A día de hoy se han publicado en el mundo alrededor de diez mil artículos científicos desde que surgió esta pandemia, muchos en relación con el campo de los trasplantes. Y lo que queda. En este sentido, quisiera puntualizar sobre la importancia de los registros, en especial sobre esta enfermedad, para poder obtener una información fiable e identificar las razones de lo sucedido en aras de tomar las decisiones futuras más acertadas. Respondiendo a esta importante demanda socio-sanitaria, nuestros profesionales han actuado con celeridad y entusiasmo recogiendo toda la información clínica disponible, acorde a los acontecimientos. Soy consciente de que estamos exhaustos y diezmados, pero no podemos ahora desfallecer. Se vislumbra el final de este oscuro túnel. Por el contrario, debemos de sentirnos orgullosos y satisfechos por el esfuerzo realizado entre todos desde el primer momento para combatir a este enemigo invisible en el peor de los escenarios.
Por todo ello, quisiera transmitir mi más sincero apoyo y aliento de esperanza a todos aquellos pacientes que ansían angustiados la llegada de un órgano para mejorar sustancialmente sus vidas. Al mismo tiempo, animo a la población general en no desistir de la donación, un regalo tan cargado de generosidad y altruismo en momentos difíciles que, sin duda, contribuirá a mantener la esperanza de recibir ese órgano tan deseado por los enfermos en listas de espera. Que vaya por delante, mi agradecimiento más profundo.
El Covid-19 nos ha permitido descubrir y afianzar otros modelos asistenciales sin menoscabo de su eficiencia sanitaria. En muchas ocasiones, las crisis nos conducen a plantearnos oportunidades. Albert Einstein argumentaba sabiamente que, “con la crisis nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias, y quien supera la crisis se supera a sí mismo, sin quedar superado”. Es innegable que la asistencia presencial a nuestros enfermos transmite cercanía, confianza y representa una actividad sanitaria imprescindible, especialmente, cuando se requiere la presencia física de los pacientes. Sin embargo, con esta pandemia las aplicaciones telemáticas, los canales digitales o las herramientas informáticas se han convertido en nuestros utensilios cotidianos en el quehacer diario para la atención de nuestros pacientes, pero con elevado y eficaz rendimiento sanitario. Esto nos ha hecho recapacitar. En el futuro algo tendremos que cambiar, incorporando a nuestra rutina todo lo positivo que hayamos aprendido de esta situación de excepcionalidad. Recordando de nuevo a Einstein, aprovechemos con inteligencia y serenidad otras oportunidades. Eso nos hará crecer y mejorar.
Cuidaos mucho.
Un fuerte abrazo. Seguimos adelante. Ánimo
Domingo Hernández
Presidente de la Sociedad Española de Trasplante (SET)